Al grano. La situación deja muchas cosas que analizar, pero
destaco cinco que encierran gran parte de la situación.
1. La verdadera asesina es una ideología cerrada (fundamentalista).
El asesinato de los periodistas, caricaturistas y policías
fue un acto ideológico, uno por parte de un sector del islam que considera toda
manifestación de burla, sátira o parodia, una ofensa que debe ser pagada con la
vida. El humor siempre será un elemento subversivo frente a lo dogmático, y la
ideología arraigada no tiene espacios para estos elementos: su supervivencia
depende de su eliminación.
2. Los musulmanes son víctimas también.
El hecho de que uno de los policías asesinados fuera
musulmán, además de trágico, resulta ilustrativo. El sentimiento xenófobo se
acentúa en Europa y Occidente en general, y millones de musulmanes en el mundo,
que no son yihadistas, ni terroristas, sino vecinos, comerciantes, estudiantes,
ciudadanos comunes, sentirán el peso de las miradas, de los comentarios, de las
trabas burocráticas, el hostigamiento policíaco solo por ser o aparentar ser
musulmanes.
Las economías fluctúan y Europa no vive su mejor momento.
Los políticos de turno siempre necesitan un chivo expiatorio en momentos de
crisis. Y los musulmanes se consolidan como uno atractivo.
3. Los monstruos siempre van a ir por sus creadores.
Blade Runner, esa fantástica y sobrecitada película, nos enseña
–si se puede decir que enseña algo – que si creas un monstruo, este va a venir
por su creador. Así como Roy Batty, implacable y conmovedor personaje, vino a
cargarse a su padre, el extremismo islámico vendrá, cuando pueda, por sus
creadores. Y los creadores son Occidente.
Gracias a sus ejércitos, con megatones de democracia y toneladas libertad, Líbano, Irak, Afganistán,
Siria, Egipto, por nombrar, han probado de primera mano lo banal que pueden
llegar a ser dichos preceptos.
Se han derribado dictaduras y reemplazado por otras, iguales
o más crueles, dejando vacíos de poder. Y por eso, lo que el soldado norteamericano
promulga como libertad, no tiene el mismo sentido para el padre, hermano, hijo
que ha volado en pedazos.
4. Unas muertes sí duelen más que otras.
Y eso incluye a
periodistas. Wikileaks, a finales de la década pasada, inundó al mundo con
información sobre asesinatos, torturas y abusos por parte de las tropas
norteamericanas. Uno de los más impactantes fue el vídeo de unos
helicópteros Apaches disparando a civiles desarmados, incluyendo a un
periodista, conductor y asistente. No hubo homenajes a ellos. Dolían
menos. ¿Por qué duelen más? ¿Por franceses? ¿Por
pasar en una Europa en abierta manifestaciones xenófobas?
5. El ataque fue un golpe a la libertad de expresión… como
muchos otros, todos los días.
¿Doloroso? Sí ¿Único? Depende. Si hablamos del lugar, sí. Si
hablamos de la ocurrencia y los motivos, no tanto. Centroamérica y
Latinoamérica en general son lugares donde el ejercicio de hacer prensa
responsable y crítica es peligroso. Muchos periodistas han pagado con su vida o
con el exilio, incluso por parte de los Estados que han debido protegerlos.
Nadie parece recordar que sobre Julian Assange, que tiene
más de dos años enclaustrado en la embajada de Ecuador en Londres, pesa una
orden captura, y corre un peligro real de ser juzgado por traición por el
gobierno estadounidense. Al igual que Edward Snowden, quien se atrevió desvelar
los secretos más sucios de la política exterior de Estados Unidos.
Y, no obstante, todo al final nos dice que vivimos en una
sociedad de pérdidas constantes: vida, libertades, y sensibilidad.
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