No conocí a Angélica Gutiérrez Marín.
Nunca había escuchado de ella: no había razones. Sólo después de su muerte supe
que era conocida de personas conocidas, de un vecino, de una tía, de un primo (
a veces se nos olvida que en Cartagena estamos más relacionados de lo que lo
creemos).
El caso es que el aberrante ataque a
Angélica –que la llevó a la muerte horas después– movió a gran parte de la
sociedad cartagenera a clamar por la captura del responsable: Diego Piñeres,
que luego resultó llamarse Jhon Jairo Echenique, y más tarde, ser un
desmovilizado de las FARC.
Nos rasgamos las vestiduras cuando
estos acontecimientos suceden. Palabras de indignación, acompañamiento
multitudinario en sepelios, manifestaciones de protesta en contra de la
violencia contra la mujer; pero las políticas, comportamientos, o acciones para
detener éste tipo de conductas, quedan siempre a medias.
Quedan a medias porque, aunque hay
progresos en materia jurídica, la violencia no disminuye. A pesar de que la
actitud generalizada en la población sea de condena o de golpes de pecho, nos
lavamos las manos. “¿Por qué sucede esto?”, “¡Fueron ellos!”, “No
fue mi culpa, ni su culpa, ni nuestra culpa”,
“Esto no tiene explicación” “¡Estaba loco!”, “¡Estaba enfermo!”.
Pero en Colombia todos estamos locos y
enfermos –unos más que otros–, y lo estamos porque vivimos en un país
acostumbrado a la sangre. Todos los días hay violencia por violencia. No
necesitamos excusas; casi cualquier pretexto es bueno para explotar contra
algo, contra alguien.
Esta vez la tragedia le tocó a Angélica. La excusa:
la demostración más extrema de una de las posiciones más permisivas de nuestra
sociedad: el machismo. Esa manera de pensar sobre la mujer como extensión del
hombre, como propiedad. Machismo presente en la forma de hablar en casa o en el
trabajo, de mirar, de “amar”, porque hoy lloramos a Angélica, pero mañana
seguiremos cantando a todo pulmón “El dilema”, de Silvestre: Y la
quiero tanto que cuando me besa se me va la vida […] sólo quiero
hacerla mía, más mía, sólo mía.”
exelente tu punto de vista, sabes que solo cuando personas como tu nos habla asi de esa manera de ese tema nos damos cuenta en el error en que estamos pero aun asi no creo que cambiemos.
ResponderEliminar¡ BUENA!SER MACHISTA ES SER UN ACOMPLEJADO Y ESTE MUNDO ESTA LLENO DE ELLOS...
ResponderEliminarLastimosamente, la historia está condenada a repetirse.
ResponderEliminar