martes, 30 de octubre de 2018

Verdad, Dios y memoria: algunos comentarios sobre Bolsonaro, Brasil y Latinoamérica

Como todos somos expertos en política, incluyéndome, van mis pensamientos sobre Bolsonaro, Brasil y Latinoamérica.
-La "verdad" no sirve. Esa vaina de la "verdad" solo es para los filósofos, académicos y algunos curiosos. Como pasó en Colombia, la mayoría creyó en las cantidades innumerables de noticias falsas, fake news les dicen, (desde que el candidato opositor era supuestamente violador de niños o que el PT afirmaba que Jesús era travesti), sin siquiera preguntar por la veracidad. Además, el periodismo de los grandes medios, en el mejor de los casos fue tibio al nombrarlo “polémico” y en el peor, lo justificaba. Cuando es claro que ya no se puede hablar de alguien de derecha, sino más bien fascista.
-"Dios" es más útil para los políticos que para los pobres. La idea de Dios es un idea muy poderosa y primitiva en las personas, y por ello es fácil llegar a la gran mayoría con solo invocarlo, con escasa o nula argumentación. Combinada con el punto de arriba, tenemos un coctel perfecto para crear el imaginario de alguien que está en lo correcto (sin argumentar mucho), dando como resultado la elección de la peor de las alternativas para las clases menos favorecidas y la mejor de todas para la élite política-económica del país.
-La memoria es selectiva y manipulable. Si la verdad no sirve y dios es útil para las élites, se pueden resaltar los elementos “positivos” de una dictadura y exagerar los fracasos de una democracia en sano crecimiento. Apelar a un pasado “mejor" es una estrategia básica, y sin embargo, parece estar dando resultados.
-La educación es la clave, pero está fallando miserablemente. Muchas de las universidades brasileñas están siempre en el top de 10 de las universidades de Latinoamérica, pero eso no capitaliza contra las oleadas de "cristianos" pro-fascistas, anti-ciencia, y que hasta desprecian pilares básicos de los derechos humanos (derechos ganados por la colectividad humana con sangre, luchas y lágrimas) que crecen sin cesar. Hay desconexión entre universidades y sociedad (como cosa rara) y la democracia es la principal víctima.
No tengo conclusiones, más bien dudas e incertidumbre. Pero bueno, nunca hemos estado bien, nuestra condición catastrófica como sociedad es la constante. Aunque no tiene que ser así siempre.