Felicidades madres, en el día que comercialmente nos hemos convenido.
Felicidades, han sido valientes en traer una partida de mal agradecidos
(cada vez más mal agradecidos, mayor con nueva generación).
Felicidades por soportar diversidad de maltratos físicos (golpes,
empujones, quemaduras, asesinatos); mentales o emocionales (insultos, ofensas, humillaciones); sexuales (violaciones
a sus cuerpos y sus mentes); sociales (malos sueldos, falta de inclusión en los
sistemas de salud, falta de justicia y reparación).
Estuvieron ahí para dar sus hijos como carne de cañón para
las guerras de las élites; estuvieron ahí para soportar el cristianismo que tan
mal les ha pagado; estuvieron ahí cuando sus hijos, viendo que ya no eran
útiles, les abandonaron.
Gracias madres, pues, sobre sus espaldas, bajo sus bellas y
lastimadas manos, esas con las cuales acarician a sus amados hijos, se ha construido el sistema que tan mal les ha retribuido, con un día,
con un mensaje por Facebook, tal vez un ramo de flores, y una cachetada el día
de mañana.