domingo, 3 de junio de 2012

2:38 A.M.

Insomnio era una palabra que no significaba nada en especial hasta hace dos semanas, pero el reloj no mentía ¿La causa? El mismo sueño una y otra vez.

Me levanto en un lugar en que nunca he estado, pero me es familiar. Tengo unos ropajes extraños, parecen antiguos, y al ponerme de pie veo el cadáver de un sujeto con armadura. No tengo miedo, es más, extrañamente me siento completo. Luego, a la velocidad de un parpadeo, me encuentro bañado en sangre, en lo que parece ser un campo de batalla: cuerpos por todas partes, sirviendo de festín a buitres y perros salvajes, alegres, despedazando cadáveres, incluso a los que todavía no aceptaban su condición. Observo la mirada de uno de ellos, intenta tocarme. En sus ojos se observa lucha, como la del fuego queriendo ser eterno en una cerilla.

Despierto, sudo, y no reconcilio el sueño. Aún así no deseo que acabe, aun así hay algo más.

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